El agua dulce es el recurso más importante para la humanidad. Se requiere para el sustento de la vida misma y para desarrollar cualquier tipo de actividad económica, social o ambiental. Al tratarse de un factor limitante y finito, el ahorro de agua es una prioridad de primer orden en el escenario global actual.
No obstante, el agua dulce que consumimos de manera directa en el hogar, en casa o en el jardín, tan solo supone alrededor de un 1%. El 99% restante del agua que consumimos es agua “invisible” utilizada para producir comida, ropa, papel, energía y bienes industriales. Éste gasto de agua proviene principalmente de los sistemas de producción agroalimentarios y se puede detectar gracias al cálculo de la huella hídrica. Este indicador se introdujo en España en el año 2005 y recientemente, en mayo del 2021, se ha publicado la versión en castellano del manual de referencia para la evaluación de la huella hídrica. Se trata de un indicador que refleja qué volumen de agua dulce se está empleando para elaborar un producto a lo largo de toda la cadena de suministro.
El agua dulce que consumimos de manera directa tan solo supone alrededor de un 1%. El 99% restante que consumimos es agua “invisible”
Por ejemplo, según los datos de la Red de la Huella Hídrica (Water Footprint Network) la cantidad de agua necesaria para producir una hamburguesa es cien veces mayor a la que se necesita para producir una ensalada. Esto se debe a que la producción de alimentos de origen animal requiere contabilizar la cantidad agua que ha bebido el animal, el forraje que ha comido y los servicios que ha necesitado a lo largo de su vida (e.g. limpieza, veterinaria). No obstante, la huella hídrica varía dependiendo del lugar, la época del año y el sistema de producción empleado. En algunos casos, la producción animal, como la ternera, se cría de manera extensiva basada en los recursos hídricos verdes, es decir, se alimentan de pastos de zonas con abundante precipitación y sin producir grandes impactos en los recursos hídricos azules, es decir, en ríos, lagos o acuíferos.
Se estima que un consumidor español consume alrededor de 2.461 m3/habitante/año. Existen varias opciones que podemos escoger para optimizar los recursos hídricos: