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Javier Frómeta y el arte de llevar el terreno a una mesa

gente que suma
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Por: Esther De la Cruz Castillejo

 

Javier Frómeta Vázquez es topógrafo del Centro de Investigación y Proyectos Hidráulicos de Las Tunas. Por él conocimos que esa especialidad es la ciencia matemática que se encarga de determinar las dimensiones de los puntos en porciones limitadas de la tierra.

 

También me explica que la topografía no tiene en cuenta las curvaturas terrestres; ese es trabajo de la Geodesia, que estudia grandes territorios; y dice estar convencido de que exactitud y minuciosidad son claves en el éxito de la especialidad que defiende desde hace 48 años y cuya ingeniería se estudia siempre en Cuba desde la formación militar.

 

Y sí que es apasionante su desempeño. Los topógrafos son los primeros en llegar a cualquier lugar de trabajo y tienen el encargo de llevar el terreno hasta la mesa de otros muchos expertos; ellos confeccionan mapas detallados para apoyar investigaciones. En su caso las asociadas a la Hidrogeología, como la confección de presas, canales, acueductos y alcantarillados.

 

Para eso dividen las labores en dos etapas; la primera, en trabajo de campo (contando especialmente con el valor del hacer en equipo); la segunda, que puede ser más individual, se trata de llevar el terreno a plano escala incluyendo las características del relieve y todo lo posible.

 

¡Y si habrá visto cosas Javier en sus 48 años de ejercicio profesional! Contó de lugares casi inaccesibles a los que lo llevó el sueño de un proyecto, lo mismo una conductora de agua que el nacimiento de un embalse; también de garrapatas, marabú y vacas que fajan y vuelven aventura un día de terreno que sería, aparentemente, muy tranquilo.

 

Las cosas han cambiado mucho desde que comenzó sus estudios. De eso también nos explica: "Recuerdo que entre mis primeros proyectos estuvo participar en el levantamiento geológico de El Escambray.

 

"A veces era levantarme a las 3:00 am para escalar una montaña, llegar a la cima y observar un punto que estaba, por ejemplo, a 10 kilómetros y, a las dos horas de comenzar el trabajo había que parar, porque ya eran las 10:00 am y el vapor de la tierra comenzaba a subir y no se veía nada.

 

"Y no era con equipos de los que tradicionalmente utilizamos ahora. Había que coger una libretica, hacer todas las anotaciones y calcular todos los datos. No existían las calculadoras científicas en aquellos años.

 

"Me acuerdo que yo tenía una maquinita que tenía el mismo principio que las sumadoras de las tiendas, con una manigueta que para atrás sumaba y para acá dividía; para hallar una función trigonométrica tenía que andar con el libro de funciones en la mano.

 

"Hoy en día la tecnología ha avanzado. La información se almacena fácil y con una memoria y un cable usted descarga en una laptop y ya, tiene resuelta buena parte del problema".

 

Javier ha formado parte de valiosos trabajos que quedan para los tuneros por los tiempos. Entre ellos habla con orgullo del replanteo de la Casa Insólita, los primeros pasitos de la ahora Plaza Martiana, el violín que está en el Tanque de Buena Vista, también los trazos de la Avenida 2 de Diciembre y la sala polivalente Leonardo Mackenzie.

 

No ha sido corto el camino y ha tenido, eso se le descubre desde la primera palabra, una gran pasión por su trabajo que es, indudablemente, fruto y parte de la obra colectiva.

 

Ahora, con sus 65 años de edad cumplidos, no termina de colgar los guantes e irse a la casa. Dice que es un poco por dolor, "porque algunas cosas están en papel, pero hay otras que se encuentran en la cabeza, lo da la experiencia; y lacera saber que el relevo no está del todo enfocado en lo que es importante".

 

Entonces, habla de los muchachos de esta "generación de cristal", del poco gusto por pasar trabajo, desprenderse de los celulares y andar, de la mano de la ciencia, allanando caminos.

 

Algunos se adiestran ahora, en ellos cifra sus esperanzas de continuidad. Una cosa tiene muy clara, su especialidad, la Topografía es la primera en llegar para materializar un sueño y la última en abandonar cualquier terreno de operaciones; un camino sinuoso que él recorre ante cada nueva experiencia y del que se siente orgulloso y deudor.

 

Tomado del Periódico 26

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