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Una maravilla vigente y aún en explotación a sus 132 años de creada. Acueducto de Albear

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Cuando en 1519 se funda la villa de San Cristóbal de La Habana, esta se abastecía fundamentalmente con el agua de algunos pozos y del río Almendares. Desde 1592 dependía principalmente del suministro de la Zanja Real, canal descubierto, de unos diez kilómetros de longitud; y más tarde del Acueducto de Fernando VII, concluido en 1835, que pasó a formar parte del sistema de acueductos de La Habana colonial. 

Sin embargo, ninguna de estas vías garantizaba, ni en cantidad ni en calidad, el abastecimiento adecuado de una ciudad que a mediados del siglo XIX tenía una población de 100 mil habitantes. Además, constituían vías para la propagación de todo tipo de gérmenes y propiciaron las epidemias de cólera que azotaron a La Habana en aquella época. 

A solicitud del entonces capitán general de Cuba, el coronel de ingenieros Francisco de Albear y Fernández de Lara presenta una Memoria acerca del proyecto de conducción de las aguas de los manantiales de Vento hacia La Habana. 

Albear realiza un estudio de los antecedentes y las posibilidades de aprovechamiento de los acueductos anteriores; efectúa un cálculo de la dotación de agua para la ciudad, valora las dificultades para lograr la obra de captación en Vento y propone el trazado del canal hasta el depósito. 

El proyecto fue aprobado por el Cabildo de La Habana en 1858. Inmediatamente comienza su construcción bajo la dirección del prestigioso ingeniero, y en 1861 se puso la primera piedra del muro principal de la taza colectora del Acueducto de Albear

Estaba integrada por las obras de captación en los manantiales de Vento, el túnel en el río Almendares, el Canal de Vento, los depósitos de Palatino y el sistema de distribución. Consistía en la conducción de las aguas de los numerosos manantiales que brotaban en las cercanías de Vento, sobre el río Almendares, a unos 16 kilómetros de la ciudad. Fue el primer sistema del país que usó aguas del manto freático por medio de pozos, que garantizaban un agua potable con mucha más higiene. 

La obra, considerada el proyecto más audaz y relevante de Cuba en la época colonial, era extremadamente compleja. A esto se le suma la gran escasez de fondos y la situación política del país, por lo que su ejecución demora mucho más de lo previsto. Por ello, en 1878 se decide entregar a los vecinos de la ciudad, mediante el acueducto de Fernando VII, unos cinco mil metros cúbicos diarios de los 150 mil captados de los manantiales de la taza de Vento.

Albear dedica 37 años de su vida a la construcción del acueducto, en lucha constante contra la falta de fondos, el mal tiempo y los numerosos problemas técnicos que se presentaban. Cuentan que trabajaba hasta el cansancio y enferma de paludismo, por lo que muere el 23 de octubre de 1887 sin haber culminado su obra maestra. Más tarde, una firma americana la termina el 23 de enero de 1893. 

El proyecto fue premiado en 1876 en la Exposición Universal de Filadelfia y dos años más tarde recibe Medalla de Oro en la Exposición Universal de París, donde califica como Una Obra Maestra de la Ingeniería, a escala mundial. 

En el 2002, el Doctor Rolando García Blanco y un colectivo de autores, publicaron el libro Una Obra Maestra: el Acueducto Albear de La Habana, quienes se refieren al proyecto como un acertado y bien elaborado diseño tecnológico, en el cual se conjugaron armónicamente los recursos económicos, los elementos estéticos y ecológicos, y los fundamentos sanitarios, éticos y legales en beneficio de la comunidad. 

El gran valor de esta obra es que funciona por la fuerza de gravedad con ingeniosas e inéditas soluciones técnicas, para lo cual Albear había realizado un minucioso levantamiento topográfico. Y luego de 127 años, aún proporciona el suministro de agua a más del 15 por ciento de la ciudad. 

La obra más relevante de la ingeniería cubana del siglo XIX fue declarada Monumento Nacional el 11 de enero del 2007, en ocasión del aniversario del natalicio de Francisco de Albear, quien sin dudas contribuyó de manera significativa a solucionar el dilema del agua de La Habana. 

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