Este 11 de enero se cumplen 40 años de la desaparición física de Celia Sánchez Manduley, “la tía” como muchos decíamos cariñosamente cuando hablábamos de ella. Falleció cuando le faltaban cuatro meses para cumplir 60 años de edad. Nos abandonó tempranamente cuando la seguíamos necesitando, pero realmente no se fue.
Muchos aseguran que, como las personas buenas no mueren, ella aparece entre las flores, los helechos arborescentes o las chinas pelonas de los arroyos de la Sierra.
Su recuerdo queda en las muchas obras que aún conservan su impronta, en la belleza de los detalles que sugería a arquitectos e ingenieros, que luego las hacían suyas. El Parque Lenin, la Casa de los Cosmonautas o el Palacio de las Convenciones, lo atestiguan.
Se le ha hecho un monumento en su natal provincia, bello por cierto, como si ella misma lo hubiera diseñado, se reproduce su foto en nuestros medios masivos, cuando se relata alguna actividad de Fidel, pero muchos de los que la conocimos le tenemos reservado un modesto monumento en nuestros corazones que nos la recuerda no solo en días como este, sino constantemente.
Tomado de Cubadebate