El Día Interamericano del Agua se celebra el 1er sábado de octubre de cada año y su principal objetivo, es la necesidad de sensibilizar y educar a los habitantes de América y el Caribe, sobre lo valioso e importante que es nuestro llamado oro líquido para asegurar la salud y desarrollo de todos sus ciudadanos y las especies en el continente.
Es también importante dar a conocer la problemática de los millones de personas que no tienen acceso al suministro de agua potable y las medidas urgentes que se deben tomar al respecto para hacer frente a este problema, pues se ha de destacar la precariedad del servicio de aguas que aún hoy se vive en las diferentes regiones del continente americano, principalmente en lo referente a los países de Latinoamérica, donde aún existen millones de personas que no cuentan con el acceso al vital líquido.
En otras regiones que si poseen acceso al agua, carecen de servicios adecuados de saneamiento, lo que origina grandes epidemias en la población e incluso la muerte en los grupos más débiles como son los niños y ancianos.
Este año, más que nunca, hemos puesto sobre la mesa la importancia del agua para frenar epidemias y enfermedades infecciosas. Lavarse las manos es fundamental para cortar la transmisión del COVID-19 y otras enfermedades.
Origen del Día Interamericano del Agua
En 1992 durante el XXIII Congreso Interamericano de AIDIS, se decidió que cada primer sábado del mes de octubre se conmemorara el Día Interamericano del Agua, debido a la urgente necesidad de sensibilizar y educar a los habitantes de América y el Caribe, sobre lo valioso e importante que es este recurso para asegurar la salud y desarrollo de todos sus ciudadanos.
¿Qué es el Agua?
El agua es un recurso natural compuesto por moléculas de hidrógeno y oxígeno, que es indispensable para la vida. Es un bien considerado como el oro líquido del planeta y que hace posible que todas las especies terrestres continúen creciendo y desarrollándose cada día.
De ahí la importancia de evitar su despilfarro. Es un recurso limitado, todo lo contrario de lo que piensan muchas personas. En este sentido, hace falta una mayor toma de conciencia para su preservación, porque si algún día llegara a escasear, traería consecuencias irreversibles para la humanidad.
Uno de los temas centrales que ha ocupado a las Naciones Unidas es el relacionado con el cuidado y preservación del agua dulce en todo el mundo como parte del desarrollo sostenible y así ha quedado plasmado en la Agenda 2030.
Actualmente existe mucha preocupación en todo lo que concierne a los recursos hídricos de todo el planeta y América no ha quedado ajena a dicha interrogante, ya que en los últimos años se ha venido notando una disminución significativa de los mismos por el uso indebido y el despilfarro debido a:
El agua es un derecho fundamental para la preservación de la vida en todas sus formas. Considerada como un derecho humano, este valioso e indispensable recurso natural, no llega de forma segura a un gran número de personas en distintos países, sobre todo a los más pobres, donde el agua potable no es accesible.
De acuerdo a la ONU, la población más afectada es la carente de recursos económicos, donde el saneamiento de las aguas, es un verdadero lujo, sólo posible para las sociedades más avanzadas y los países desarrollados.
Más de un tercio de la población mundial no goza de los servicios de agua potable segura, lo que se traduce a más de 2.000 millones de personas, que no reciben el agua de calidad en sus hogares, por esta razón mueren hombres, mujeres y niños cada año.
Para los refugiados, personas sin hogar y todos los que viven en pobreza extrema, no hay ninguna posibilidad de gozar de este recurso tan vital para la vida.
Para erradicar la miseria y todas las consecuencias que ella acarrea en nuestro continente, el AIDIS promueve alternativas para hacer de este mundo un lugar más viable para todos y esto sólo se alcanzará a través del llamado desarrollo sostenible.
Las principales acciones que se realizan durante esta fecha, son eventos educativos dirigidos a los niños, pero también se busca motivar a la sociedad civil en general. Durante estas jornadas, se proponen juegos y concursos, que permitan poner de relieve lo importante que es el agua para la supervivencia de las especies.
Se habla sobre las acciones que se deben generar para evitar la contaminación del agua, se enseña cómo preservar este recurso y la manera de utilizarlo de una forma mucho más consiente en nuestro día a día.
Sobre todo, si tenemos en cuenta que solo el 3% del agua de nuestro planeta es apta para el consumo humano, y de ese 3% la tercera parte se encuentra en América Latina, cuidar de ella es la responsabilidad de todos los habitantes del continente.
Pero crear los proyectos adecuados para su distribución y saneamiento es responsabilidad de los líderes de esas naciones.
Qué hacer para celebrar el Día Interamericano del Agua
La mayoría de los países cuentan con organismos encargados de realizar actividades que ayuden a concienciar a los habitantes sobre el cuidado y consumo responsable de este recurso, pero también se pueden realizar actividades educativas dentro de tu comunidad, hacer visitas guiadas a las empresas hidrológicas de tu ciudad, para entender la distribución del preciado líquido, así como el saneamiento que se le debe realizar al agua antes de que llegue a nuestros hogares.
Otras actividades corren por cuenta de nuestras organizaciones de la salud, donde se les enseña a las personas la importancia de hervir previamente el agua que se va beber, la manera correcta de tener depósitos de agua en sus hogares, para que no se contamine, ni ayude a la proliferación de insectos que puedan propagar enfermedades como el dengue, el zika o la chikungunya, todas transmisibles a través de la picadura de mosquitos.
Por otra parte, Han pasado meses desde que apareció el COVID-19 en el mundo y ha cobrado la vida de cerca de medio millón de personas. Los daños económicos son enormes y traerán efectos sociales por varios años. En Latinoamérica, según datos de CEPAL, se prevé que la pobreza aumentará de 185 a 215 millones de personas y el desempleo alcance el 11,5%, con 12 millones más respecto al año 2019.
Los gobiernos y entidades de salud en todo el mundo han enfatizado que el primer frente de defensa es el lavado de agua con jabón; no obstante, 845 millones de personas no tiene un nivel de acceso básico y elemental al agua, un servicio que además desde hace una década está consagrado como derecho humano. En la región de LAC, cerca de 21 millones se ubican en esta condición de inequidad y exclusión, concentrados en dos segmentos claramente definidos: las villas o favelas de los grandes centros urbanos, y los territorios rurales, estos últimos largamente postergados, con 1 de cada 2 personas en situación de pobreza y solo 2 de cada 5 recibiendo agua libre de patógenos.
La pandemia prácticamente paralizó países, pero los servicios de agua y saneamiento tuvieron que seguir operando para garantizar la alimentación y condiciones dignas de vida. Los operadores de los servicios de agua fueron exigidos al máximo, en muchos casos tuvieron que ampliar su prestación mediante carros cisterna en zonas desprovistas de redes de agua. Hubo retos operacionales adicionales, ya que la pandemia modificó los patrones de consumo, se tuvo que reforzar la desinfección del agua, se emitieron órdenes de trabajo para habilitar a los usuarios con servicio cortado por falta de pago, además de prohibir el corte a los que incumplan con el pago. En este escenario, las disposiciones legales de los gobiernos se orientaron, en mayor o menor medida, a prohibir cualquier indexación programada de la tarifa y a flexibilizar el cobro de las facturas de agua, con posibilidad de pagar mediante cuotas, decisión que fluctuó entre 3 a 36 meses. Estas decisiones, absolutamente comprensibles bajo la premisa básica de que toda persona pueda contar con un servicio vital y básico, tienen repercusiones económicas en las finanzas de las operadoras de agua.
Muchas operadoras enfrentan actualmente problemas de liquidez. Para mitigar dichos efectos, algunos gobiernos están cubriendo la compra de ciertos insumos -como el cloro-, o en otros, han autorizado que los operadores hagan uso de sus fondos de reserva destinados a obras de ampliación del servicio o de aquellos previstos para medidas ambientales en la cuenca o acuífero del que dependen sus obras de captación. No obstante, el impacto económico puede tener un efecto en cascada, como lo señala un estudio efectuado para las operadoras de agua de Estados Unidos, debido a que la flexibilización en el pago de la factura de agua puede generar conductas que se prolonguen más allá de la crisis sanitaria.
La posibilidad de rebrote del virus es una hipótesis que no se puede descartar. Ante ello, los llamados Planes de Seguridad del Agua cobran mayor importancia, así como la actualización de los protocolos de bioseguridad. La alta dependencia de procesos manuales en la gestión operativa y comercial de los operadores latinoamericanos genera un reto mayor, que implica la movilización de personal para la dosificación de químicos, para la operación de estaciones de bombeo, la reparación de fugas, así como para aspectos comerciales.
Los gobiernos enfrentan fuertes limitaciones fiscales y es comprensible dar prioridad al sector salud; a su vez se debe reactivar la economía para aminorar el desempleo creciente; no obstante, el sector hidrosanitario debe estar también en las prioridades por su carácter estratégico, con medidas que salvaguarden la liquidez de las operadoras, cuyo mecanismo dependerá de cada país, sea el uso de reservas y su posterior reposición, la creación de un fondo/facilidad para operadoras de agua, o líneas de crédito concesionales para reducir por ejemplo costos operativos, como los de energía.
En el corto plazo, los gobiernos están llamados a garantizar que “nadie se quede atrás”, y en ese sentido, a brindar facilidades para dotar de agua potable a los millones de latinoamericanos sin acceso básico al agua y al saneamiento. Las “inversiones de última milla” deben ser re-evaluadas, resolviendo aspectos técnico-sociales que han limitado la provisión de agua en villas y favelas durante décadas. Existen casos exitosos aplicados en ciudades latinoamericanas que vale la pena discutir y generar un aprendizaje conjunto. En el mediano plazo, así como la pandemia ha desnudado problemas estructurales en las operadoras de agua, es una oportunidad para avanzar en la transformación digital, con sistemas automatizados capaces de operar los sistemas sin contratiempos, en el registro de consumos mediante teledetección, en la atención de usuarios en forma remota, e inclusive, para coadyuvar al sector de salud ante cualquier falta de consumo de agua en geriátricos y en viviendas de personas de la tercera edad. El agua es vida y ahora es más cierto que nunca.