En 1804, John Gill desarrolló, en Escocia, el primer suministro de agua potable filtrada trasladada a Glasgow. En 1806, en París, se comenzó a operar la mayor planta potabilizadora de la época, con un sedimentador y un filtro de arena y carbón, con 12 y 6 horas de tiempo de retención, respectivamente. En 1827 el inglés James Simplon construyó un filtro “lento” de arena muy efectivo para potabilizar el agua. No obstante, el mayor desarrollo en plantas potabilizadoras se dio después de 1854, con el descubrimiento de John Snow de que el agua contaminada del pozo en Golden Square (Londres), era la causa del brote del cólera.
En el siglo XX, después del descubrimiento de Pasteur y Koch, tanto en Europa, América como en otros continentes, se realizaron importantes obras de ingeniería para potabilizar y trasladar el agua a grandes ciudades. Actualmente, existen megaplantas potabilizadoras como la de Cutzamala, en México, que abastece más de 10 millones de habitantes.
En Costa Rica, el primer acueducto moderno se inauguró en 1868, en San José. El inicio del análisis microbiológico y fisico-químico del agua para consumo humano los realizó el Dr. Clodomiro Picado y su asistente, Francisco Sancho, en las aguas de Tres Ríos y San José en 1915, solo 5 años antes del inicio de la construcción de la primera planta potabilizadora, que estuvo a cargo de la Municipalidad de San José.
Si repasamos la historia, no cabe duda de que la salud de los seres humanos siempre es concordante con la administración y operación de un buen acueducto, la disposición adecuada de excretas y la educación de la población.
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