Con respecto al trazado del canal, un aspecto fundamental consistió en el paso del río, para el cual Francisco de Albear comparó distintas variantes, tanto para determinar el punto exacto, como sus características; en este último aspecto, se decidió por el túnel bajo el lecho del río, su desagüe, inspección y reparación ulterior. Para el resto del trazado, Albear realizó un profundo estudio, tanto de la red hidrográfica como de la topografía del terreno, comparando variantes, al igual que en los casos anteriores, y efectuando un detenido análisis de los presupuestos requeridos.
A lo largo del trayecto del canal se edificaron tres casas de compuertas que tienen la función de desaguar hacia el río. A estas tres casas de planta cuadrada se suman 24 torres cilíndricas destinadas al registro e inspección y a la ventilación del conducto.
Al valorar el tipo de conducto a utilizar, se propuso el canal revestido y cubierto, atendiendo a su menor costo con respecto a las tuberías de hierro fundido, a que no requería de reparaciones periódicas, a las posibilidades de la ventilación para la calidad del agua, y a las ventajas de tipo sanitarias en relación con un canal al descubierto. Por otra parte, al abordar el problema de los gastos y efectuar una comparación con los acueductos de París, Madrid, Nueva York y Marsella, su autor consideró la obra propuesta para La Habana como moderada, atendiendo a las características de esta ciudad. Finalmente, en lo relativo a la realización de la obra, se manifestó a favor de adoptar un sistema similar al utilizado por el Canal de Isabel II en Madrid, añadiendo la circunstancia adicional de la existencia de abundante material de alta calidad, en particular de cal hidráulica, lo que favoreció la posibilidad de utilizar preferentemente el hormigón.